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Ante mi ojos,

cual amarillas hojas,

caen las horas.

 

Mis labios, temblorosos,

la tibia brisa

de tu amor aguardan.

 

Sordamente,

cruje el invierno.

Mis sueños

quieren cruzar el río.

 

¡Vente a mi lado,

amada mía…!

Dulces conjuros

invocan tu presencia.

AL OTRO LADO

NOCTURNO

Ya han dado las doce;

el mundo se adormila,

descansa de su fatiga en el suave

almohadón de la noche.

 

Tan sólo una pequeña

lámpara de lectura.

Mi corazón quiere reír,

mas lo envuelven las sombras.

 

Amor ronda por los tejados,

¡se ha enamorado de la bella Fantasía…!

Suena el tic-tac de la esperanza,

crepitan los últimos rescoldos.

 

En lo alto, brillan los símbolos

que han resistido al tiempo.

Me dicen las estrellas:

“¡no hay lugar para ti en el espacio!”

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