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CANCIÓN EBRIA

Tendido, en el jardín,

me emborracho de virtud.

¡Embriagarse, ésa es la cuestión!

¿Qué importancia tienen unos grados

de más o de menos, comparado

con el tremendo esfuerzo

que supone guardar la compostura?

Millones de estrellas,

cayendo desde el cielo,

vienen a clavarse

sobre mis hombros.

Vuelan las aves;

sus agudos graznidos

acompañan mi soledad.

Alzo la copa de vino;

mi reloj se ha parado.

El tiempo, ahora mi esclavo,

se inclina ante el airado

tic-tac de mis poemas.

SINFONÍA

SINFONÍA

Emulando a la luna,

enciendo la tenue luz de mi vela;

lagrimean mis ojos.

Confiado, me duermo

en el vientre de la noche;

¡las estrellas me hacen sonreír…!

Late, inquieto, mi corazón;

es el alma de mis versos

una inacabada sinfonía.

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