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LA MINA

Un azul mar me envuelve

aliviando la desnudez que abrasa

mis callados labios.

El silencio, pesado,

me golpea como una piedra.

Se pierde mi mirada

en el lejano horizonte.

Doradas nubes me ayudan

a olvidar mi parálisis,

a calmar mi locura.

En oscuras profundidades

trabaja un solitario buscador de oro…

¡Cuántos secretos escondidos

en la más honda inmensidad!

Zigzagueando,

recorrí los caminos.

 

Las montañas

y el viento me hablaron.

 

Brilla una luna clavada

en lo hondo de mi pecho.

FIN DEL TRAYECTO

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