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MEDUSA
Un arroyo de miel
hace brillar tus labios.
Alegrando mi senda,
la luna de tu voz.
Con tus cabellos juega
el alma de la tierra.
¡Cuánta torpeza
dormida en mis palabras!
¡Cuánta firmeza
en tus ardientes versos!
Cristalino torrente,
¡sus destellos me turban!
¡Cómo cantan tus aguas
derramándose en besos!
La luz de la mañana
reverbera en tus ojos…
¡Jamás, jamás convertirás
al hombre en una piedra,
tu mirada transforma
mi alma en un volcán!
EL QUEHACER DEL POETA
Dar momentánea forma
a evanescentes quimeras;
moldear el paso de los siglos
con sus profundas huellas;
hacer latir, con insinuante ritmo,
el corazón de la tierra;
reavivar olvidadas ilusiones,
encender esperanzas nuevas;
despertar al espíritu indolente
¡enfrentándolo a la belleza!
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